jueves, 7 de octubre de 2010

El mito del desayuno

A fuerza de repetir tanto un enunciado, por diferentes personas, con el tiempo llega a convertirse en verdadero. Esto es un argumento falaz que se denomina Ad nauseam, una de las muchas locuciones latinas que existen. Y es falaz porque la mera repetición de algo no afirma nada sobre la veracidad del argumento.

Cuántas veces hemos oído decir que el desayuno debería ser la comida más importante del día. El famoso dicho: "Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo" se nos ha metido en el inconsciente como si de una cancioncilla popular se tratara.

Entre los beneficios que aducen aquellos que creen en este lema está el que ayuda a perder peso, reduce la ansiedad, aumenta la concentración y nos da la energía suficiente para afrontar con fuerzas la jornada.

Lo que poca gente sabe es que cada vez hay más nutricionistas que están poniendo en tela de juicio este eslogan cuando se aplica a adultos. Es más, opinan que saltarse el desayuno puede ser incluso sano. ¿Cómo es esto posible?

Marion Nestle, en su libro "What to Eat" afirma que el desayuno se sobreestima. Dice que lo que comes, y cuánto comes, importa más que el cuándo.

Por otra parte, Mark Mattson, neurólogo en el Instituto Nacional de Envejecimiento, dice que no existen evidencias claras de que saltarse el desayuno (o el almuerzo) sea insano; es más, diversos datos experimentales con animales sugieren precisamente lo contrario. Este científico realizó un experimento en el que demostró que los que no desayunaban aumentaron su masa muscular respecto a los que sí desayunaban, y aquéllos tenían los niveles de insulina, presión arterial y glucosa en sangre más bajos; características todas ellas consideradas como buenas. Aduce que el comer a menudo y en pequeñas cantidades se ha dado por hecho durante mucho tiempo a pesar de que no existen claras evidencias científicas que lo justifiquen. Dice que cuando el espacio de tiempo entre las comidas se incrementa, eliminando por ejemplo una de las comidas, resultará en efectos beneficiosos similares.

Tamas Horvath, un neurocientífico de la Universidad de Yale, dice que existe evidencia por experimentos con ratones que el tenerlos en ayuna los hace más inteligentes. Señala que tanto los ratones como los humanos hambrientos tienen altos niveles en sangre de la hormona ghrelina, que se libera en el estómago vacío, dando señales al organismo de que se tiene hambre. En un experimento realizado recientemente, se encontró que los ratones que tenían poca cantidad de dicha hormona tardaban más tiempo en aprender el modo de evitar descargas eléctricas en el interior de un laberinto.

"¿Quién inventó el desayuno?", se pregunta Horvath. "Es algo social", afirma. La mayoría de los animales no desayunan, almuerzan ni cenan. Comen cuando tienen hambre, y nada más.

Algunos científicos han experimentado en sus propios cuerpos el tema del desayuno de diversas maneras. Para Seth Roberts, profesor de psicología en la Universidad de Berkeley, años de autoexperimentación meticulosa, le mostró que tendía a levantarse varias horas antes del desayuno. Este efecto, llamado "actividad anticipatoria", es bien conocido entre los animales. Así que Seth decidió eliminar el desayuno. Y ahora duerme mucho mejor.

Y dice algo que sorprenderá a muchos: "La mayoría de la gente lo hace justo al revés", puesto que "el desayuno es la comida más importante que hay que evitar".

En su libro "La dieta del guerrero", Ori Hofmekler explica que deberíamos deshacernos del desayuno puesto que, al privar al organismo de comida durante la primera parte del día, se estimula el sistema nervioso simpático, haciendo que el individuo esté en un grado mayor de alerta y habilitado para manejar mejor el estrés.

De modo que la próxima vez que usted escuche a alquien decir que el desayuno debería ser la comida más importante del día, acuérdese de la falacia Ad nauseam.

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