miércoles, 27 de octubre de 2010

Pasión por las rubias

El otro día, durante una de mis visitas regulares a mi librería favorita, me atrajo la atención un calendario del próximo año con bellas ilustraciones de un tal Howard David Johnson. Las imágenes tenían una calidad exquisita para mi gusto, principalmente por el realismo y su parecido al arte prerrafaelita; de hecho, los temas versaban sobre temas míticos y el reino de la fantasía; hadas, diosas, héroes y reinos perdidos...

Pero sobre todo, lo que me llevó a buscar información en internet sobre este artista, y lo que motiva el título de esta entrada, eran sus guapísimas modelos femeninas. Y es que Johnson se ve que tiene debilidad por las muchachas rubias. Helena de Troya, Afrodita, Psique, Deméter, Juana de Arco, por citar sólo algunas, han posado para este gran artista y genio.

Adjunto algunas de sus más hermosas ilustraciones con damas de cabello aúreo. Que lo disfrutéis.

















































































































jueves, 7 de octubre de 2010

Terror en el Pacífico



Una de las escenas más memorables y siniestras de la película Tiburón ocurre en el interior del pequeño barco de pesca del capitán Quint (Robert Shaw), mientras persiguen a un enorme tiburón blanco. Durante esa noche, los tres protagonistas (Roy Scheinder, Richard Dreyfuss y Robert Shaw) comparten historias personales sobre las marcas y cicatrices de sus cuerpos.

En lo que estaba siendo un ambiente distendido, el capitán Quint comienza entonces a contar una historia escalofriante que crea una de las atmósferas más angustiosas del cine, digna de un buen relato de terror. Lo sorprendente es que el terrible periplo que cuenta a bordo del USS Indianápolis
es una historia real. Ocurrió en julio de 1945, y es para poner los pelos de punta.

A continuación transcribo literalmente lo que cuenta Quint. Pero hay que ver y oír esa escena de la película en la que el desaparecido Robert Shaw hace una magistral interpretación, junto con el inmejorable doblaje en castellano de Arsenio Corsellas (no la versión nueva del año 2003) . Solo así uno llega a capturar y sentir todo el horror de la historia.

es una historia real. Ocurrió en julio de 1945, y es para poner los pelos de punta.
"Un submarino japonés le disparó dos torpedos al costado del barco.

Yo había vuelto de la isla de Tinián, de Leite, donde habíamos entregado la bomba, la que había de ser para Hiroshima. Mil cien hombres fueron a parar al agua. El barco se hundió en doce minutos. No vi el primer tiburón hasta media hora después; un tigre, de cuatro metros. ¿Usted sabe cómo se calcula esto estando en el agua? Usted dirá que mirando desde la dorsal hasta la cola. Nosotros no sabíamos nada. Nuestra misión de la bomba se hizo tan en secreto que ni siquiera se radió una señal de naufragio. No se nos echó de menos hasta una semana después.

Con las primeras luces del día llegaron muchos tiburones, y nosotros fuimos formando grupos cerrados. Algo así como aquellos antiguos cuadros de batalla, igual que el que había visto en una estampa de la de Waterloo. La idea era que cuando el tiburón se acercara a uno de nosotros éste empezara a gritar y a chapotear, y a veces el tiburón se iba. Pero otras veces permanecía allí. Y otras se quedaba mirándole a uno fijamente a los ojos. Una de sus características es sus ojos sin vida, de muñeca, ojos negros y quietos. Cuando se acerca a uno se diría que no tiene vida; hasta que le muerde. Esos pequeños ojos negros se vuelven blancos y entonces... ah, entonces se oye un grito tremendo y espantoso. El agua se vuelve de color rojo, y a pesar del chapoteo y del griterío ves como esas fieras se acercan y te van despedazando.

Supe luego que aquel primer amanecer perdimos cien hombres. Creo que los tiburones serían un millar, que devoraban hombres a un promedio de seis por hora.

El jueves por la mañana me tropecé con un amigo mío, un tal Robinson, de Cliveland, jugador de béisbol, bastante bueno. Creí que estaba dormido. Me acerqué para despertarlo. Se balanceaba de un lado a otro igual que si fuera un tentetieso. De pronto volcó, y vi que había sido devorado de cintura para abajo.

A mediodía del quinto día apareció un avión de reconocimiento. Nos vio y empezó a volar bajo para identificarnos. Era un piloto joven, quizá más joven que el señor Hooper, que como digo nos vio. Y tres horas más tarde llegó un hidro de la armada que empezó a recogernos. ¿Y saben una cosa? Fueron los momentos en que pasé más miedo, esperando que me llegar el turno. Nunca más me pondré el chaleco salvavidas.

De aquellos mil cien hombres que cayeron al agua, sólo quedamos trescientos dieciséis. Al resto los devoraron los tiburones el veintinueve de julio de mil novecientos cuarenta y cinco. No obstante, entregamos la bomba."

El animal más inteligente


Yo puedo admirar a las personas por muchos y diversos motivos: por sus logros científicos, por sus proezas deportivas, por su arte, su belleza,... Y también por su sabiduría; o casi a un mismo nivel, por su cultura.


Hay que admitir que Julio Verne era un gran escritor; incluso admirado por muchos lectores por ser una especie de “visionario” de la tecnología, y por sus profundos y vastos conocimientos en diversas áreas del saber humano: astronomía, geología, química, historia, fauna, flora, etc.

En su novela “La isla misteriosa”, por ejemplo, hace alarde de ello. El escritor francés se exhibe magistralmente en boca del ingeniero Ciro Smith, un reflejo del mismísimo Verne, el alma de la novela al que los demás náufragos admiran y respetan. Reconozco que mientras leía la novela, no podía evitar sentir en mi interior algo similar a la envidia.


Pero hubo algo que me causó extrañeza. Más o menos a mitad de la historia aparece en escena un ora

ngután (llamado Jup), que comienza causando problemas a los protagonistas, pero al que finalmente quieren convertirlo nada más y nada menos que en un criado. El narrador de la historia afirma que algunos orangutanes han sido empleados en casas, que pueden servir la mesa, barrer los cuartos, limpiar la ropa, sacar brillo a los zapatos, manejar el cuchillo y el tenedor, y hasta beber vino. Y comenta que un tal Buffon tenía uno de esos primates como criado fiel. ¿No estaría aquí exagerando, o fantaseando, Julio Verne?


No he podido averiguar si esto que Verne cuenta sobre el Conde Buffon es cierto o no, pero en una ocasión Buffon dijo que, “excepto el alma, un orangután tiene todo lo que un ser humano tiene”. Y esto es decir mucho sobre estos animales.

Hoy día la inteligencia de estos primates aún sigue siendo estudiada, y sorprendiendo a los científicos. Y es que no es para menos, puesto que su intelig

encia es comparable a la de ¡un niño de cinco o seis años!

Los científicos están explorando las habilidades de los orangutanes para usar símbolos y sintaxis como medio de expresar sus pensamientos. http://www.greatapetrust.org/research/orangutan/research.php.

Hoy día se sabe que los orangutanes pueden silbar, aunque no se les entrene para ello. También pueden limpiar lo que ensucian, lavar la ropa, utilizar instrumentos, besarse entre sí, pueden reconocerse en un espejo y en una fotografía.

Otras cosas que los orangutanes pueden hacer son:

- Cortar madera

- Clavar puntillas

- Peinarse

- Untarse en el cuerpo repelente de insectos

- Sorber líquido con una pajita

- Copiar habilidades complejas, como hacer una hamaca.

- Pescar utilizando instrumentos.

Además, tienen lo que denominamos cultura, algo que pensábamos que era exclusivo del ser humano, y pueden transmitir los conocimientos aprendidos a la siguiente generación.

Galdikas, investigadora de la Fundación Internacional Orangután, analizó con otros ocho especialistas los resultados de años de observaciones de este tímido primate del sudeste asiático, y llegó a la conclusión de que es capaz de adoptar y transmitir conductas

aprendidas.

He encontrado este ranking de inteligencia de los primates no humanos, según un reciente estudio que analiza incontables pruebas y ejercicios. Anoto sólo los diez primeros:

1. Orangután
2. Chimpancé
3. Mono araña
4. Gorila
5. Langur
6. Macaco
7. Mandril
8. Cercopiteco
9. Mangabeye

10. Capuchino

En la siguiente imagen podemos ver a un orangután pescando con un palo.


Así que, después de estos primeros pasos de investigación, creo que puede afirmarse que el gran escritor Julio Verne no estaba exagerando sobre la inteligencia de los orangutanes.

Lo que me apena de todo esto es saber q

ue el animal más inteligente se está extinguiendo. Sólo quedan entre 20.000 y 27.000 en todo el mundo, y disminuyendo. Y la razón no hay que ir a buscarla muy lejos; está en nosotros mismos, que destruimos su hábitat natural.

Es para ponernos a pensar un poco, ¿no?